Benedetto entró y en cinco minutos rompió la semifinal ante Palmeiras con dos golazos. Boca irá a Brasil con una buena ventaja a buscar la final de la Libertadores.A lo Luis Suárez. O a lo Lewandowski. O a lo cualquier centrodelantero de esos que admiramos por televisión. En realidad, a lo Darío Benedetto.
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El 9 que en la Copa usa la 18. Esa bestia que entró en medio de un partido cerradísimo y lo abrió en tajadas con dos goles que van camino a meterse en la historia de las grandes gestas coperas de Boca.Un Boca que ya era mejor en ese segundo tiempo que se iba en cero, pero que no podía con el planteo de Scolari. El arquero de Palmeiras le había sacado un tiro libre de manual a Olaza cuando el Pipa entró en acción para un triunfo tremendo para el equipo de los mellizos.Lo del Pipa fue un cuento. Uno glorioso. Por cómo se dio y también por lo que implicó.
Porque fue él quien le dio el triunfo a Boca. Él y nadie más que él, que en cinco minutos hizo lo que Wanchope no había podido hacer en todo el partido. Su cabezazo, cruzado, de pique al piso, letal, abrió el camino, y después frotó la lámpara.
La pisada con la que empezó a gestar el segundo gol fue de antología. Y el remate, seco, brutal, al palo derecho del arquero, un golpe de nocaut para Palmeiras, que de repente se encontró dos goles abajo y con la serie en peligro.
Boca irá a San Pablo con un 2-0 que es un resultado inmenso por cómo se dio el trámite, por aquello del gol de visitante y porque lo que está en juego es demasiado. Todo, absolutamente todo, gracias al Pipa de América.