La Industria Naval conmemora su día. Lo hace recordando un decreto del ex Presidente de la Nación Arturo Frondizi. Se buscan el impulso de la industria junto a la actividad pesquera y el transporte de cargas.
Año a año Mar del Plata se sigue destacando a través de sus astilleros, que son convocados por armadores de otras provincias que no es la bonaerense, para la construcción de buques y reparaciones, con una demanda tal que en ocasiones deben esperar meses para que sus barcos sean atendidos. Eso tiene una sola respuesta: cumplimiento y calidad de trabajo.
No son solo los astilleros quienes forman parte de la industria, sino diversos talleres y un sinfín de trabajadores que dedican día a día sus conocimientos para un sector altamente productivo, pero que lo comprende la situación económica actual, con el ya consabido retraso cambiario que no logra un emparejamiento que le permita dar respuestas a sus incansables pedidos.
Hoy la Industria Naval argentina no tiene físicamente a uno de sus grandes actores, el más reconocido, pujante e incansable de un sector al cual le marcó el camino: Federico Contessi.
Escasean los adjetivos calificativos, los reconocimientos y el ejemplo de cómo se puede desde el empeño, la fuerza y los sueños, hacer una gran empresa que muestre el sendero.
Esta Industria Naval Argentina tiene sobrados méritos para ser reconocida internacionalmente, las muestras están a la vista. Vasta con mirar la creación del Ing. Horacio Tettamanti ideando un astillero que posibilitó la construcción de dos buques únicos desde el puerto marplatense: “Luigi” y “Anita”.
No menos es la dedicación y compromiso que le ponen desde Necochea profesionales de la talla del Ing. Naval Hugo Obregozo, que en silencio y con bajo perfil, posibilita el asesoramiento, reparación y construcción de buques desde el viejo astillero Vanoli, que no le van en zaga a ningún otro.
Detrás de tantas grandes obras y de los trabajos en apariencia pequeños, vaya también el recuerdo y el reconocimiento para otro incansable como lo fue “Chiquito” Godoy, otro de los actores que mostró que con esfuerzo se pueden hacer grandes cosas, así se explica la demanda de TPA.
Está más que claro que cuando se habla de Industria Naval la mirada no se debe circunscribir solamente a los astilleros. Numerosos talleres con una enorme trayectoria en el puerto marplatense son parte fundamental de la dedicación, compromiso y días de trabajo que en ocasiones, a demanda, no saben de fines de semana, feriados o períodos estivales.
Ampliando la mirada, el reconocimiento también es para aquellos que brindan su soporte y profesionalismo desde otros lugares allende Mar del Plata: el Gran Buenos Aires, Rosario, Bahía Blanca, Ensenada, Rawson, San Nicolás, son claros ejemplos de lo amplio y provechoso que es el sector naval, no terminado de reconocer desde hace décadas en nuestro país.
Capítulo aparte pero vinculado, es la formación que se brinda desde una de las casas de altos estudios marplatense como lo es la UTN – Regional Mar del Plata, con su carrera de Ingeniería Naval, proyectando con cada colación a ingenieros que son orgullo no solo para la ciudad, como ocurre con otras ciudades donde se dicta la carrera de Ingeniería Naval, proyectando profesionales que son convocados desde otras latitudes para desarrollar proyectos de calidad.
Hasta no hace muchos años, algunos agoreros pensaban y manifestaban que no era una industria que pudiese darle trabajo a todos. Afortunadamente estaban equivocados y a la vista está su yerro.
Pero recordemos, el 12 de septiembre de 1961, el Presidente de la Nación Arturo Frondizi firmó un decreto que dio inicio a un ambicioso plan de renovación de buques mercantes en Argentina. Esto marcó el comienzo de un periodo de prosperidad en la industria naval del país, convirtiéndola en la más productiva de Latinoamérica. Sin embargo, este periodo de buenos vientos se vio afectado por la crisis de fines de los años 80 y la apertura indiscriminada de la década del 90.
Hoy, paradójicamente en nuestra Argentina pendular, nos encontramos discutiendo nuevamente la importación de buques del extranjero, a pesar de la existencia de astilleros públicos en desuso o con capacidad ociosa y de la Ley Nro. 27.418/2017, que establece que los buques necesarios para los entes del Estado deben ser construidos en el país. La historia ha demostrado que es posible construir con mano de obra argentina productos de calidad internacional.
Esperamos que estas intenciones de importación indiscriminada no avancen y que el próximo gobierno mantenga políticas de incentivo para la industria naval, pero con estabilidad macroeconómica. ¿Será mucho pedir?. También es fundamental que los actores de esta industria luchen por principios sectoriales, donde la industria naval y la pesquera busquen aunar esfuerzos para avanzar por la misma senda que la emprendida hace unos pocos años.
Este 12 de septiembre la Industria Naval, con un acto a celebrarse en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, mostrará que está para más, para mucho más, pero hay que seguir ayudándola.