El viernes pasado, un devastador ataque terrorista sacudió la sala de conciertos Crocus City Hall, ubicada en Krasnogorsk, en las afueras de Moscú, capital de Rusia. Según el último balance proporcionado por el Comité de Investigación de la Federación Rusa, el número de fallecidos ha sido elevado a 115, aunque temen que esta cifra pueda aumentar.
El incidente, reivindicado por el Estado Islámico a través de su órgano de propaganda Amaq, fue desencadenado por la irrupción de al menos tres personas vestidas con ropa de camuflaje y armadas con fusiles de asalto Kalashnikov. Los perpetradores abrieron fuego indiscriminadamente en el interior de la sala, sembrando el caos y la tragedia entre los asistentes que aguardaban el inicio del espectáculo del grupo musical Piknik.
Testimonios de testigos presenciales relatan escenas de horror y confusión, con personas corriendo para resguardarse y otras buscando desesperadamente una salida. En medio del caos, una densa nube de humo negro envolvía el lugar, y se reportaron colapsos en el techo del edificio.
Los servicios de emergencia trabajaron arduamente en las tareas de evacuación y rescate, logrando salvar a numerosas personas atrapadas en el lugar. Sin embargo, el saldo de víctimas sigue siendo desolador.
El presidente ruso, Vladimir Putin, expresó su pesar por el trágico suceso y deseó pronta recuperación a los heridos. Además, se abrió una investigación penal por actos terroristas, a cargo de la Dirección General de Investigación del Comité de la Federación Rusa.