En los últimos años, pescadores han capturado ejemplares no nativos de salmón en el litoral argentino, lo que plantea interrogantes sobre su presencia en ríos como el Paraná y el Uruguay. Aunque el salmón del Pacífico es originario de regiones árticas del hemisferio norte, fue introducido en la Patagonia argentina en el siglo XX y ahora se encuentra en ríos que forman parte de la Cuenca del Plata.
Según Luis Espínola, doctor en Ciencias Ambientales e investigador independiente del Conicet, la llegada de estos salmones a la región se debe al fenómeno de dispersión. Individuos que no pueden llegar a sus arroyos natales para reproducirse se desplazan hacia otros cursos de agua, expandiendo su distribución. Este movimiento se atribuye a corrientes marinas como la Corriente de las Malvinas, que transporta agua fría desde el Atlántico Sur subpolar hacia el subtropical, brindando la oportunidad para que los peces se desplacen hacia nuevas áreas.
La migración de los salmones anádromos hacia estos ríos puede ocurrir durante diversas épocas del año, pero es más prominente en los meses de invierno y primavera, cuando las condiciones climáticas y oceanográficas son favorables. Los peces ingresan por la desembocadura del río de La Plata y pueden dispersarse varios kilómetros desde allí. Sin embargo, la temperatura del agua actúa como un filtro ambiental, limitando su ascenso por el río Paraná, ya que estos peces son nativos de regiones templadas.
Aunque la presencia de salmones en el Paraná no se considera una invasión, su introducción puede tener impactos negativos en los ecosistemas acuáticos y las poblaciones de peces nativos. Si estas especies se vuelven invasoras, podrían competir por recursos, alterar los ciclos de reproducción y afectar el equilibrio ecológico local. Por lo tanto, es crucial estudiar su presencia y su impacto en la región.