Juan Pablo Staffolani, oriundo de Eldorado y radicado en Canadá, trabajó casi dos años como asistente de producción en Lilo & Stitch. Eelató su camino desde la psicología hasta Disney y alentó a jóvenes misioneros a seguir sus sueños en la industria audiovisual.
Juan Pablo Staffolani tiene 32 años, pero ya vivió varias vidas. Nació en Eldorado, hizo la primaria en el Instituto San José y se fue a Buenos Aires a los 13 años. Allí terminó el colegio, estudió Psicología, y más tarde cruzó el continente para instalarse en Vancouver, Canadá. Hoy trabaja en Industrial Light & Magic, la emblemática compañía de efectos visuales que forma parte del universo Disney. Su último proyecto: la readaptación cinematográfica de Lilo & Stitch, en la que se desempeñó como asistente de producción durante casi dos años.
“La verdad que para mí es un placer estar representando a Argentina y específicamente a Misiones en esta industria”, expresó. Aunque vive en Vancouver desde hace ocho años, su identidad misionera sigue presente. “A Disney voy con mi mate todos los días. Me miran raro, algunos creen que estoy fumando algo en el estudio”, contó entre risas.
El camino no fue lineal ni directo. “Estudié Psicología. Nunca imaginé que iba a terminar haciendo películas”, reconoció. La oportunidad apareció mientras trabajaba en una universidad canadiense que ofrecía carreras vinculadas a la animación. Allí se topó con el mundo de los efectos visuales. Luego, una visita a una feria de animación y una charla frontal con una reclutadora marcaron el inicio de un proceso de ocho meses para ingresar a la empresa. “No me interesa un consejo genérico —le dije—, quiero saber cómo puedo destacar. Solo necesito una oportunidad. Y bueno, ahí empecé a estudiar producción”, relató.
Su llegada a Lilo & Stitch fue casi inmediata: “Me enteré que iba a trabajar en esa peli en mi primera semana en la empresa. No lo decidí yo, fue suerte. Pero para llegar ahí también tuve que prepararme mucho”.
El trabajo detrás de una mega producción
La producción involucró a más de mil personas distribuidas en cinco locaciones: Mumbai, Sydney, Londres, Los Ángeles y Vancouver. El equipo de efectos visuales, del que formó parte, fue clave para crear todo lo que no se filmó en Hawái: desde Stitch y otros personajes animados hasta explosiones o escenarios espaciales.
“Mi rol era ser asistente de producción. Tomaba notas en las reuniones, coordinaba la entrega de materiales al cliente, organizaba encuentros entre directores y artistas. Básicamente somos los que estamos detrás de escena, asegurando que todo se entregue a tiempo y que cada persona tenga lo que necesita para trabajar”, explicó.
La dimensión del trabajo lo sorprendió incluso a él. “No sabía que 60 segundos de película podían requerir el trabajo de 300 artistas durante una semana. Hay equipos solo para iluminar, otros para hacer el pelo de los personajes, otros para modelar. Es una locura”, aseguró.
Su nombre en la pantalla grande
A pesar de su rol activo, no tuvo acceso al corte final de la película antes del estreno: “La vi por primera vez en el cine, con mi papá. Hacía casi 20 años que no íbamos juntos. Ver mi nombre en los créditos fue uno de esos momentos en que el tiempo se detiene”.
Consciente del valor simbólico de su recorrido, Staffolani dio palabras claras acerca de cómo llegar hasta grandes lugares viniendo desde los más pequeños, como la localidad misionera. “Quiero dar visibilidad. En Misiones hay muchísima gente talentosa que no conoce estas industrias o no sabe por dónde empezar. Yo contraté artistas que trabajaban desde sus países. Hay cursos, hay capacitaciones online. Solo hay que buscar y empezar”.
Para finalizar, concluyó con un mensaje para quienes sueñan con trabajar en el mundo del cine, desde la tierra colorada: “No es fácil, no hay horarios fijos. A veces solo parás para dormir y comer. Pero si te apasiona, vale la pena. Empezá por el inglés, después mirá cursos. Y si necesitás ayuda, escribime, yo también empecé desde ahí”.