La investigación y expediente judicial por el femicidio de la gendarme formoseña Jésica Noemí Galeano (32), ocurrido el 12 de marzo en una casa del barrio Cocomarola Este de esta capital, tuvo novedades durante las últimas horas con el traslado del sospechoso del crimen, y pareja de la también integrante de la fuerza federal, a una cárcel del Servicio Penitenciario Provincial bajo prisión preventiva determinada por el juez de Instrucción 7, Miguel Mattos.
Los elementos o piezas probatorias que acorralan a Horacio Daniel Balbuena (35) como autor del “homicidio agravado por el vínculo”, no son pocos.
Fuentes consultadas señalaron que se consideró determinante un informe denominado “Residuos de Armas de Fuego” (RAF) confeccionado por el laboratorio de Ciencias Forenses del Poder Judicial en donde se descarta que la mujer se haya disparado y quitado la vida con su pistola nueve milímetros.
No se hallaron rastros de pólvora en la ropa ni en ninguna parte del cuerpo de ella, lo que confirma o le da aún mayor fuerza al resultado indiciario de guantelete de parafina, testeo le dio negativo en manos de la víctima.
Otra prueba fundamental de acuerdo a las mismas fuentes es que se hallaron restos de sangre de Jésica en el arma de fuego en forma de salpicaduras y que son similares a las halladas en la ropa del sospechoso y vidrio del vehículo, distancias coincidentes y precisas que lo ubicarían en el lugar y momento de la detonación y no que llegó después y se manchó cuando la tocó, como dijo en su coartada ofrecida en indagatoria.
La defensa de Balbuena sostiene que se acercó a la mujer dentro del automóvil después de escuchar el disparo. La encontró con la lesión en la cabeza y de ese contacto resultó manchada su ropa.
En este contexto y cuando se dio a conocer su traslado a la prisión preventiva firmada por el juez Miguel Mattos a cargo de la instrucción, trascendió que se tuvieron en cuenta también otras medidas ordenadas, por ejemplo, los testimonios de exparejas del gendarme Balbuena que lo describían como un hombre violento.
En estas circunstancias, otra pieza es considerada clave y podría llevar a tomarse dos medidas en los próximos días. Una es la declaración en Cámara Gesell del hijo de 10 años de Jésica Galeano quien estaba en la vivienda al momento del hecho pero que actualmente reside con su padre en Buenos Aires.
También hay pendientes declaraciones del personal policial encargado del procedimiento en cuanto a la acción en la que le permitieron al hombre higienizarse las manos, pudiendo así eliminar algún tipo de prueba.
Jésica Galeano (32) era integrante de Gendarmería y fue encontrada con un disparo en la cabeza alrededor de las 8 del domingo 12 de marzo. Vecinos de la calle 55B al 9.400 escucharon una detonación.
Desde las casas más cercanas oyeron la voz de un hombre que gritaba: “¿Qué hiciste gorda, qué hiciste?” Era el gendarme junto al cuerpo inerte de Galeano en el asiento del acompañante del Volkswagen Bora estacionado en el garage de la casa.
La pareja alquilaba la vivienda desde hacía más de un año y en ese mismo terreno, en el fondo, vivía otro inquilino, quien le preguntó al gendarme por lo ocurrido y le respondió Balbuena: “Mi mujer se pegó un tiro”.
En la casa se escuchaban llantos de los hijos. Esta persona llamó a la policía y en pocos minutos llegó una patrulla de la comisaría Decimoprimera, jurisdicción de la Unidad Regional X y una ambulancia.
Constataron que ya no tenía signos vitales. Arribaron el juez Mattos y las autoridades policiales mientras que los efectivos de la Dirección Policía Científica de la UR-X preservaron el lugar para pericias.
El informe preliminar indicó un disparo de derecha a izquierda en la cabeza. Llamó la atención que su arma reglamentaria estaba en el medio de los dos asientos, es decir, en su lado izquierdo.
Fuente: Primera Edición