Los tres policías que el Tribunal Penal 2 solicitó (el 23 de agosto pasado) que sean investigados como posibles coautores del femicidio de la docente Mirta Carmen Rosa en febrero de 2013 en Garupá, fueron detenidos durante las últimas horas por orden del juez de Instrucción 1, Marcelo Cardozo.
Se trata de tres exinvestigadores de la Unidad Regional X: Emilio Federico Broemser, subcomisario y los sargentos Adrián Roberto Borda y José María Bernal. Todos enfrentan la imputación de “homicidio calificado criminis causa y por haber sido perpetrado por personal de la fuerza de seguridad” contra Mirta Rosa, pero además de “apremios y torturas” a Walter Rubén Da Silva Velázquez (“Chinito”) e “incumplimiento de deberes de funcionario público y falsedad ideológica”, artículos 80 (incisos 7 y 9), 144 bis, 248 y 293.
El pedido de investigación fue parte del fallo de los jueces Gregorio Augusto Busse, César Antonio Yaya y Fernando Luis Verón (subrogante) con el que condenaron a los expolicías Aníbal Aldo Gabriel Villalba (36) y Luis Albino Rotela (44), fueran condenados por el delito de “abandono de persona” a penas sin prisión efectiva de cuatro y dos años respectivamente.
El Tribunal ordenó que, además de la sentencia para Villalba y Rotela, se extraigan copias de las actuaciones y se remitan al juzgado de origen para seguir la investigación, en este caso para que se intente esclarecer si los tres efectivos de la Brigada Investigaciones de la UR-X fueron los responsables directos de la muerte de Rosa, la golpearon hasta que le estalló la vejiga y le partieron el cráneo y el rostro.
Hasta el momento y tras el juicio de agosto, se estableció que Villalba y Rotela abandonaron a la mujer con una patología en su salud mental en el barrio Los Potrillos de Garupá, asustada, descalza, embarrada y mojada, y se intentará esclarecer si ella se cruzó con los pesquisas que estaban golpeando a un joven judicializado por reiterados robos y al que querían arrancarle la confesión sobre objetos robados a vecinos de la zona y “mejicanearlos”.
Según la sospecha, al verla la atacaron a golpes y quitaron la vida, dejándola tirada en el descampado, potrero de fútbol de Garupá.
El fiscal Vladimir Glinka solicitó en su alegato de cierre del debate condenas de prisión efectiva para Villalba y Rotela de ocho y cinco años, de forma respectiva.
No acusó del “resultado muerte” a los integrantes de la patrulla de la comisaría Quinta de Garupá que fue solicitada el viernes 14 de febrero al mediodía por un matrimonio de la zona a cuya casa Mirta Rosa llegó corriendo y atemorizada para pedir agua y ayuda. Para Glinka el abandono de persona resultó probado en el expediente y con el transcurrir del debate, y debían hacerse responsables de ello el oficial Villalba y el sargento Rotela.
El subcomisario Broemser (39) y el sargento Bernal (43) declararon en el juicio a Villalba y Rotela en la audiencia del 15 de agosto. Los citaron como testigos para explicar su desempeño respecto a su jurisdicción y funciones el día de la muerte de Rosa (14 de febrero de 2013).
Glinka exhibió los libros de guardia, de la comisaría Quinta de Garupá y de su dependencia en la UR-X. Y contrastó con ellos, versiones distintas a las labores que cumplieron junto al suboficial Adrián Borda.
Bernal aseguró que la mañana del 14 de febrero de 2013 se trasladaron a Garupá para retirar de la celda a un joven conocido como “Chinito” y que les indicara dónde y a quién había entregado elementos robados. Aseguró que no vio a la víctima cuando fueron al barrio Los Potrillos, a las 14 aproximadamente. Su compañero Borda en cambio, dijo en el expediente que fue a las 16 y Broemser, a su turno, resaltó que esto ocurrió a las 15.
Lo curioso es que en los registros firmados, el oficial a cargo de la patrulla de la brigada, Broemser, sostuvo que a esa hora fueron al barrio Madariaga en la zona sur de Posadas pero a muchos kilómetros del barrio Los Potrillos.
Broemser manifestó que “a las 17” les avisaron que en el barrio Los Potrillos habían hallado un cuerpo. “Fuimos hasta ese lugar de nuevo y nos encontramos con Fernando Castelli (exjefe de la Secretaría de Apoyo para las Investigaciones Complejas, SAIC) y le contamos que mi compañero vio a una mujer con vida que deambulaba por la zona y coincidía con las características y pensamos que fue una muerte natural”.
Adrián Borda (43), declaró un día después en el juicio en el TP-2 y repitió haber olvidado detalles clave de la causa. Ante cada pregunta del fiscal Glinka, no titubeó en decir (cinco veces) “no recuerdo” situación y acciones del día señalado.
Entre lo que declaró y lo asentado en los libros de guardia, ni siquiera el vehículo en el que se movilizaban coincidía. Por lo que ante cada inconsistencia se lo escuchó: “No, no sé, no recordaba”. Entre lo que su memoria dejó de lado se resaltó que retiraron a “Chinito” de la comisaría Quinta y nunca se registró en los libros de la brigada de la UR-X.
Ratificó que vio “deambulando a una ‘Lucía Ofelia’ (mujer con problemas mentales)” y que correspondía a Rosa, a quien habían hallado pasadas las 16 sin vida en Los Potrillos. En la franja horaria en que la habría visto y comentado a sus compañeros Broemser y Bernal, el expediente indica que Rosa ya había sido asistida por Villalba y Rotela de la comisaría Quinta.
Borda tampoco recordaba haber dicho cuando hallaron sin vida a Rosa: “Vamos a la mierda, está fea la mano acá, que se hagan cargo ellos (por la comisaría Quinta)”.
Walter Rubén Velázquez, alias “Chinito”, con prontuario en delitos contra la propiedad, fue quien ratificó que vio la camioneta de la comisaría Quinta en la que conducían a la docente momentos antes que fuera hallada sin vida en un descampado del barrio Los Potrillos de Garupá.
“Chinito” también remarcó que los policías de Investigaciones UR-X lo tenían esposado dentro de un Chevrolet Corsa y lo golpeaban para que les entregara objetos que negaba haber robado.
“Desde los 14 a los 18 años la brigada me enseñó a robar para ellos, me entregaban los laburos”, lanzó Velázquez luego que señalara el lugar y describiera como los investigadores Bernal, Borda y Broemser, lo habrían torturado. “Hasta una picana tenían y la usaron”.
Fuente: Primera Edición