Alejandra Goncalvez y Mauro Domínguez son una pareja de mochileros que se largaron a cumplir un sueño.
De Rosario él, de Obera ella, se conocieron en los pagos de Mauro y ahora viven la cuarentena de una pandemia lejos de casa.
Quieren volver, siempre quisieron, pero cuando lo intentaron el calendario y las decisiones políticas complotaban contra el regreso.
Se han ido hace ya varios meses, terminaron sus estudios universitarios y se marcharon a conocer, a trabajar.
Ella 28 años y él 30, son parte de los 10.000 argentinos desparramados por el mundo, y los jóvenes también esperan como otros 20 argentinos varados en Malasia.
Alejandra cuenta a extraprensa.com: “planeamos bien toda esta aventura, teníamos trabajos de medio tiempo, yo de moza y también en un centro de chicos con discapacidad. Mauro trabajaba en la peluquería de su mamá. Ahorramos y accedimos a una visa en Alemania. Yo trabajaba limpiando casas y en un bar, Mauro de jardinero en el campo, cosechando. Viajando hace un par de meses, ya llegamos en octubre y empezamos por la India y lo que íbamos haciendo eran trabajos voluntarios para poder viajar a bajo presupuesto como mochileros, así que tenemos bajo presupuesto y en parte trabajábamos a cambio de hospedaje y comida”.
“Llegamos a Malasia y pensábamos ir a Japón.”
La pareja nunca dimensionó todo lo que la pandemia aceleró en el resto de los países y encerró en Malasia. La obereña comento que “teníamos trabajo y las ganas de seguir conociendo, creciendo y aprendiendo, pero el vuelo a Japón se canceló.”
Ante la pandemia y los bruscos cambios de vuelos solo dejaban camino para volver, pero los jóvenes encontraron que los kilómetros de tierra y mar eran nada ante las decisiones política que había tomado el gobierno argentino contra el Covid-19: “ninguna aerolínea puede entrar a nuestro país, jamás pensamos en una posibilidad así… pensamos volver en mayo, pero no hay pasajes, estamos angustiados queremos volver y seguir cuarentena con nuestras familias.”
Desde el 18 de marzo, Malasia tomo medidas ante el monstruo invisible y desde entonces la pareja permanece en un hotel rentado, sin poder trabajar para solventarse.
«Nosotros estamos varados acá; sentimos que estamos abandonados, somos los únicos dos huéspedes, no nos dan ninguna fecha estimada de regreso a los varados en Asia. El gobierno saca un cronograma de vuelos cada tanto para Norteamérica, pero hasta el momento no hay ninguna información oficial para Asia, y nuestros ahorros se empiezan a terminar. En Malasia somos más o menos 20 argentinos, en Camboya, en Laos, también en el sudeste asiático, en Tailandia hay 400, y otros tanto en Indonesia”
La pareja está en contacto con el consulado que, hasta el momento, solo valió para ayuda espiritual, ya que lo que necesitan no está en lo inmediato y si bien ya varios vuelos de Aerolíneas Argentinas han buscado a cientos de argentinos en otras partes del mundo, ningún vuelo llego al Asia.
Lo extraño es que las logísticas de cronogramas de aerolíneas extranjeras no son aceptadas por Argentina.
En Argentina hay cientos de extranjeros que quieren salir, pero no se les permite, y sus correspondientes cónsules ya han propuesto intercambios de argentinos para entrar a espacio Nacional, dejar los coterráneos y llevarse a los que pretenden también volver a sus hogares en viejo continente, pero hasta el momento ni así han concretado algún trato.
Como todos los que esperan en Asia, y otras partes del mundo.