“Tengo miedo que me mate, me ahorca con un cable y me hace ver las estrellas”
Fiorella Aghem (20) se lo dijo a sus amigos en dos ocasiones y días previos al crimen. Los mensajes de audio forman parte del caudal de pruebas que derivaron en la preventiva e imputación a Leopoldo Borovski (22).
Cuántos gritos, cuántos mensajes de audio, de texto, cuántos pedidos a los policías, a sus amigos, a su entorno o a Dios y la Virgen, debió haber lanzado Fiorella Itatí Aghem para evitar ser estrangulada con un cable presuntamente por su novio, quien le juraba amor eterno y manifestaba promesas de una relación confiable.
Las restricciones y denuncias judicializadas no fueron suficientes. La joven estudiante de Lengua y Literatura fue asesinada por ahorcamiento, de madrugada y en un yerbal a pocos kilómetros del casco urbano de San Vicente.
El juez de Instrucción 3, de la Segunda Circunscripción Judicial, Gerardo Casco, resolvió el viernes firmar la orden de prisión preventiva para Leopoldo Borovski, imputarlo formalmente de “homicidio calificado” y que continúe la instrucción a la que le restan pericias genéticas y técnicas, y medidas que pueden solicitar la querella, fiscal y defensa.
Entre el caudal de evidencias y testimonios que se sumaron al expediente, fuentes pertinentes consultadas por PRIMERA EDICIÓN detallaron los últimos días con vida de Fiorella Aghem, los graves episodios de violencia que sufrió la joven y que apuntan al mismo acusado, Borovski.
Los mensajes de audio de WhatsApp y testimonios de amigos íntimos de Fiorella, dos muchachas y un joven, son estremecedores. En uno de los archivos se oye a la víctima días antes relatar “Tengo miedo que me mate, me ahorcó con un cable, me hizo ver las estrellas”.
En todos remarcó estar amedrentada, presa de pánico y terror. “Celos” y “miedo” se replicaron tanto en las testimoniales que los jóvenes dieron en sede judicial como en los audios que fueron sumados a la causa.
Un día antes de las últimas horas en que fue vista con vida (noche del jueves 28 de febrero), Fiorella escapó corriendo de una agresión, se presume que también realizada con un tramo de cable bipolar recubierto, y porque enfureció al verla charlar con un amigo previamente.
Ella corrió y pidió ayuda a la Policía. Les suplicó a los uniformados de la Comisaría de la Mujer local que le hablaran a Borovski, que lo hicieran entrar en razón, buscó auxilio ya que acababa de escapar de la camioneta de quien ahora está imputado como victimario.
Dos amigas de Aghem declararon y aportaron el intercambio de mensajes y señalaron que era víctima de violencia ya un mes antes de que fuera asesinada. Que la mecánica de tormento fue la misma, con un cable al cuello hasta dejarla al borde de la inconsciencia. Que en cada ataque Borovski manifestaba celos y enfurecimiento.
Los testimonios también remarcaron que Borovski, un mes antes, le arrancó el celular de las manos a Fiorella porque sospechaba de sus comunicaciones. “Se lo robó” coincidieron las amigas, quienes agregaron que ella lo “perdonaba por miedo, para que la situación no se agravara” y porque le repetía como suplicios insistentes sus pedidos de disculpas y promesas de cambio de actitud.
Los estudios de salud mental practicados al imputado confirman la patología, un cuadro de celopatía, celotipia posible. Reacciones de celos con violencia, depositar ira y dañar al otro porque lo considera de su propiedad.
Macabro
A Fiorella la encontraron con la cara destrozada, un cable enroscado al cuello y tirada boca arriba entre las malezas de una plantación de yerba mate a diez kilómetros del centro de San Vicente, idéntica distancia de su hogar donde residía con sus padres y tres hermanos.
El olor a la descomposición de sus restos alertó a un colono que fumigaba y cortaba los yuyos de la chacra, cuatro kilómetros alejada de la ruta nacional 14.
A las 11.30 y a dos kilómetros de allí una cuadrilla de efectivos de la Unidad Regional VIII y de la respectiva división de canes, se acercaba hacia ese punto que estaba dentro del área del rastrillaje iniciada dos días antes, uno después que la ausencia de Fiorella había sido denunciada.
Una hora antes de producirse el hallazgo, el presunto autor del femicidio ya estaba camino a una celda de San Vicente. Investigadores policiales lo detuvieron apenas cruzó el río Uruguay en El Soberbio, cuando retornaba de un encuentro de amantes de los vehículos todoterreno.
Dentro de su camioneta Ford Ranger las pericias de luminol arrojaron resultado positivo. El mismo vehículo que utilizaba para transportar sus parlantes “tunning”, y que fue secuestrado de su vivienda familiar. El empleado del yerbal avisó a sus patrones y a la Policía. En pocos minutos el juez Casco también se topó con la imagen más repulsiva de todas, una joven sin vida y con rasgos de ensañamiento en su cuerpo.
Los pasos que restan para la opinión fiscal y posible elevación a juicio dependerán de la llegada de los registros genéticos enviados a cotejo y las pruebas que puedan solicitar las partes.