La leishmaniasis es una enfermedad parasitaria, transmitida por la picadura de pequeños insectos voladores de hábitos nocturnos –flebótomos– que son prácticamente imperceptibles.
Hay dos tipos de leishmaniasis: la cutánea y la visceral. La cutánea provoca múltiples y graves lesiones en la piel y la visceral daña diversos órganos (especialmente el hígado y el bazo) y puede causar la muerte.
Ambas pueden afectar al hombre y encontrarse en distintos animales, tanto domésticos como silvestres, que pueden ser reservorios del parásito que produce la enfermedad. La leishmaniasis visceral representa también un problema de salud para los perros, quienes padecen la enfermedad; y detectar casos en la población canina es un signo de alerta que antecede a los casos humanos. No se contagia de persona a persona, ni de animales a personas: la transmisión se produce cuando el insecto pica a un animal o a una persona infectada y luego a una persona sana.